“La gente es capaz de cualquier cosa, sin importar cuan absurda,
para evitar encontrarse con su propia alma.”
- Carl Jung
Hace un par de años fui invitado a participar en la película llamada The Mindfulness Movie, un documental acerca de la práctica de la consciencia (mindfulness), su propagación y su impacto en la cultura moderna. Si bien disfruté ver la película, no me sorprendió ver que mi entrevista estaba prácticamente ausente en el producto terminado. Como bien le dije a los productores cuando me contactaron, la manera en que yo veo las cosas queda un poco fuera de la norma.
La consciencia (mindfulness), definida por Wikipedia (en inglés), es “el enfoque intencional, incondicional y falto de juicio de nuestra atención sobre las emociones, pensamientos y sensaciones que ocurren en el momento presente”. Pero para mi, la consciencia puede entenderse a otro par de niveles.
En un nivel de entendimiento, como se mencionó más arriba, la consciencia es simplemente lo contrario a la inconsciencia. Podemos ser conscientes de nuestro entorno, pensamientos, sentimientos y comportamiento, o inconscientes de ellos, y operar en piloto automático desde cualquier forma de pensar habitual que hayamos desarrollado a través de los años. Este tipo de comportamiento inconsciente se actúa todos los días en conflictos que experimentamos tanto en nuestra vida personal como en el escenario global.
Al volvernos más conscientes - enfocando intencionalmente nuestra atención en los mundos interno y externo, y aceptándolos sin juzgar - retomamos la habilidad de elegir nuestros comportamientos desde el espacio existente entre el estímulo y la respuesta. Se ha podido demostrar el impacto positivo que este tipo de práctica, intencional y voluntaria, tiene sobre los niveles de estrés, las relaciones y la resolución creativa a problemas.
Pero en un nivel más profundo de entendimiento, “consciencia” es una descripción de un estado de claridad mental y bienestar que ocurre de manera natural, que también ha sido llamado “flujo”, “paz mental” y “bienestar”.
La mayoría de la gente observa que en sus momentos de mayor paz y flujo, “ellos” se encuentran mayormente ausentes, y la experiencia del hecho se da sin ningún sentido real de separación por parte del experimentador. Los colores se vuelven más vivos, los sonidos más claros, y en este estado elevado de consciencia, cada sensación conlleva una especie de emoción visceral.
A primera vista, “consciencia” parece una peculiar descripción de este estado mental, pues lo experimentamos más cuando nuestra mente está más vacía. Pero cuando nuestras cabezas no están saturadas con una gran cantidad de pensamiento personal, entonces aparecen una energía y una inteligencia más profundas, llenando el espacio silencioso en nuestro interior con amor, sabiduría y gracia.
Como escribió el poeta místico Rumi:
El pensar libera humo para probar la existencia de fuego. Un místico se sienta dentro del fuego. Elevándose en el humo hay formas maravillosas que la inteligencia adora observar. Pero es un error dejar el fuego por esa endeble visión. Quédate aquí en el corazón de la llama.
Esta energía e inteligencia más profunda - el corazón de la llama - a veces es llamada “gran mente”, o “mente divina”, o simplemente “Mente con M mayúscula”. Y en esta última descripción descubrimos una manera completamente nueva de entender la consciencia. Estar verdaderamente consciente es estar lleno de Mente - y estar lleno de Mente es vivir en la energía de la vida, el sentimiento de amor, la sabiduría de los tiempos, y el misterio de lo divino.
Con todo mi amor,
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