Uno de los beneficios de obtener una comprensión más profunda de la naturaleza de la experiencia humana es que nos volvemos más sensibles y abiertos a las revelaciones. La vida empieza a parecer más intuitiva y, a veces, incluso obvia, y las cosas que parecían oscuras y misteriosas se abren a la luz de los nuevos conocimientos.
Siempre me ha parecido que estas revelaciones se presentan en dos estilos distintos - un momento tipo Homero Simpson con el "d'oh" y el golpe en la frente debido a la obviedad de lo revelado, o un momento de un asombro tal como el que tendríamos al presenciar la separación del Mar Rojo en la película Los diez mandamientos, de Charlton Heston.
A modo de ejemplo, mi último momento “d' oh" llegó la semana anterior al Superbowl, mientras escuchaba una conversación sobre deportes en la radio. Un ex jugador contó una historia sobre Marv Levy, entrenador de los Buffalo Bills. Al parecer, en su primer día con el equipo les dijo:
“Esperen que haya adversidad, pero esperen más conquistar la adversidad. "
Por alguna razón, esto fue una revelación para mí. No la segunda parte -“esperar conquistar la adversidad " - eso lo aprendí en la primera clase de pensamiento positivo. Pero la parte de "esperar la adversidad" - no estoy muy seguro de cómo logré perdérmela en la vida. De alguna manera me las arreglé para ver cada una de las 28,163 adversidades a las que me he enfrentado hasta ahora en mi vida como "anomalías", mientras que lo normal son claramente los 17 minutos de cada día en los que todo va exactamente como lo he planeado.
En el frente de " Charlton Heston", mi descubrimiento más reciente todavía habita más en el sentimiento que en las palabras. Mi trabajo con clientes parece haberse profundizado en el último mes y, lo más que puedo decir al respecto, es que hay una profunda sensación de amplitud y de paz que se manifiesta cada vez que me siento a hablar con otro ser humano sobre la naturaleza de la vida.
Lo que me parece más interesante es que en ambos casos la puerta de entrada a las revelaciones es la misma - no tener demasiadas cosas en mi mente.
Cuanto menos tengo en mi mente, más fácil me es ver lo que realmente está pasando fuera de mi cabeza con claridad. Esta claridad hace lo “obvio elusivo" menos elusivo y más, bueno, obvio; facilitando los momentos "d' oh”, que suceden con tanta frecuencia en el entendimiento de dentro hacia afuera y que un amigo describió alguna vez como "terapia de cabeza plana".
Cuanto menos tengo en mi mente, más fácil resulta escuchar la pequeña voz interior y más sentimientos de paz y bienestar se manifiestan dentro de mí. Tengo una experiencia más rica de la vida y puedo acceder con más facilidad a esa sabiduría impersonal dentro de mi, que parece surgir más de la sabiduría eterna que de las percepciones personales que pude haber extraído de mis cuarenta y pico años en el planeta.
La diferencia entre "no tener demasiado en mi mente" y “tener una mente tranquila" me parece enorme. Cuando me esfuerzo por tener una mente tranquila, inevitablemente lleno mi cabeza con ruidosos pensamientos sobre lo bien o lo mal que lo estoy haciendo.
Cuando caigo en cuenta de que mientras menos tengo en mi mente mejor se pone la vida, simplemente me siento menos inclinado a pensar en cosas que realmente no necesitan de mi participación en el momento. Afortunadamente, eso se refiere a todo lo que me ha sucedido en el pasado, podría pasarme en el futuro, o sucede fuera de mi esfera de influencia directa en el presente.
En otras palabras, en realidad no es mucho lo que tenemos que pensar para poder tener una vida rica, plena y significativa.
He aprendido a tener un gran respeto por las palabras de Franz Kafka:
No necesitas salir de tu habitación. Permanece sentado en tu mesa y escucha. Ni siquiera escuches, simplemente espera, estáte en silencio quieto y solitario. El mundo se te ofrecerá libremente para ser desenmascarado, no tiene otra opción, rodará en éxtasis a tus pies.
¡Diviértete , aprende montones, y feliz exploración!
Con todo mi amor,
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